Hoy empiezo este post con una vivencia propia. Tengo un nítido recuerdo paseando de la mano con mi madre por el Passeig de Gràcia. Era la mañana de un día festivo de primavera, yo debía de ser muy pequeña, cuatro años, pero lo suficiente mayor como para poder comprender y recordar lo que ocurrió. Caminábamos tranquilamente bajo el sol cuando vi a una persona sin hogar sentada en el suelo, pidiendo limosna. Lo primero que hice al verla fue soltar una carcajada, sí, reírme de él, porque quien pedía era un hombre. A continuación recibí una lección de mi madre, que más que algo sabe mucho, la cual me dijo: "Jamás te vuelvas a reír así de una persona que pide en la calle, todo el mundo puede acabar un día así." Y luego, con mucha pedagogía y cariño me explicó que no tenía derecho a juzgar a esa persona porque nada sabía de su vida y que aquello me podría pasar a mí y a cualquiera.
Creo que Roser, mi madre, tenía razón (mama, es verdad, como en casi todo) porque la realidad que conforma el sin-hogarismo es compleja. Según el contexto relacional o institucional las personas con dificultades económicas pueden acceder o mantenerse en una vivienda digna, es decir, tienen posibilidades o dificultades de mantener unas condiciones de vida mínimas que le permitan tener una privacidad, un techo, un espacio para sí mismo y sus cosas.
Si miramos el contexto estructural del fenómeno vemos, como bien me comentaba Paco Gea off-vídeo, que los factores estructurales macro-sociales como la distribución de la riqueza entre los ciudadanos, las limitaciones del acceso al mercado de trabajo y la calidad generan una importante franja de vulnerabilidad y exclusión social y conducen a la falta de un lugar donde vivir o a hacerlo en condiciones indignas. Por tanto, es aquí donde la responsabilidad del Estado entra en juego y donde podemos empezar hablar de personas afectadas por el sin-hogarismo. ¿Por qué afectadas? Porque la Constitución Española en uno de sus artículos garantiza el derecho a una vivienda digna y, porque a pesar de que la administración pública tiene la obligación de impedir la especulación urbanística, esos derechos y obligaciones no se están articulando.
Bien y ¿frente a este panorama que podemos hacer los profesionales de la educación social? Pues trabajar desde la prevención para evitar futuras situaciones de exclusión. ¿Cómo? Apoyando de manera integral (vivienda, salud, trabajo, etc.) a las personas vulnerables de padecer esta situación y defender el derecho a la vivienda.
Para saber más:
Las personas sin hogar Fundació Arrels. Amplio número de documentación, enlaces, libros y vídeos en español, catalán e inglés sobre las personas sin hogar.
Construyendo relaciones. Intervención psicosocial con personas sin hogar. Asociación Realidades y Fundación RAIS
10 propuestas para una estrategia de erradicación del sinhogarismo Plataforma del Voluntariado de España.
La frescura y relevancia de estos vídeos tiene un valor incalculable para mi asignatura. Un millón de gracias.
ResponderEliminarPedro C. Martínez (Prof. Acción socioeducativa) Univ. de Oviedo.
www.yosoyeduso.blogspot.com
Muchas gracias Pedro,
EliminarMe alegro de que te sean de utilidad!
Un abrazo
Éste fenómeno social es un tema muy interesante para reflexionar y no quedarnos callados, tema que no solo leemos sino que diariamente observamos cuando salimos a la calle y es en ese momento cuando te preguntas ¿qué esta fallando?, Pero como bien sabemos la respuesta está muy oculta en el estado y es el educador social quien comienza a actuar buscando respuestas, sensibilizando y denunciando la situación con el fin de prevenir la exclusión.
ResponderEliminarMuy útil, gracias!